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CARTAS AL DIRECTOR

Unos días de vacaciones

Un año más he podido disfrutar de unos días de vacaciones en mi pueblo natal de Castilla. Han sido un derroche de tranquilidad, sin aglomeraciones ni colas, sin ruidos ni zonas azules para aparcar, con el móvil desconectado.

Días de lectura tranquila, de reflexión serena, de escribir sin prisas, desconectado de Internet; de pasear por los campos y de apreciar la maduración de las uvas y la calidad del vino; de lectura gozosa de la naturaleza: en el tomillo y el romero, el espliego y la salvia; de disfrute en la bodega, al caer la tarde, de una breve merienda con vino de la tierra en compañía de la familia o de los amigos de la infancia; de gozar de lo que añoramos los que procedemos del medio rural: las vastas llanuras, o los valles y montañas, la vida sencilla, eso de lo que nos aparta el trabajo en la ciudad.

Me maravillo de ver cómo personas que viven separadas por muchos kilómetros y se ven sólo en vacaciones se dedican desinteresadamente a preparar una fiesta. Me he acordado, sin nostalgia, de la acumulación de gente en las playas y en las proximidades de la Costa Brava. Sin duda, el campo, la montaña, el medio rural son otra forma de descanso, no sé si mejor, pero, para mí, más serena y agradable.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de septiembre de 2006