Los abuelos, padres y demás ascendientes de los que ahora se denominan demócratas de toda la vida, y han cambiado sus títulos fascistas por otros más acordes con la democracia, fueron los que persiguieron, vilipendiaron y encarcelaron a mi padre, teniente de la Guardia de Asalto, juzgándole y condenándole con la sarcástica acusación de "auxilio a la rebelión", esos que perseguían a judíos y masones, y eran enemigos de los yanquis.
Eso era ayer, hoy sus herederos han cambiado el chip y los malos de antaño son los amigos a ultranza de los gobiernos que cometen claros abusos de poder, véase Irak, Palestina, etcétera.
Estos descendientes de aquellos se inclinan ante las determinaciones bélicas de este moderno fascismo, adhiriéndose sin ambages a las invasiones de terceros países bajo el lema de combatir el terrorismo a cañonazos. Incluso se permiten insultar a cuantos nos decantamos por opinar que Israel se pasa de la raya al combatir el terrorismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de septiembre de 2006