¿Cómo reaccionaríamos los españoles y españolas si el desastre provocado por el hundimiento del Prestige en aguas gallegas no hubiera sido un accidente, sino una acción premeditada provocada por un país vecino beligerante? Se estima que el bombardeo por parte de Israel a la planta energética de Jieh en Líbano, en julio pasado, produjo un vertido al Mediterráneo de entre 10.000 y 15.000 toneladas de fuel oil. Esta marea negra ha alcanzado ya 150 kilómetros de costa, teniendo unas consecuencias ambientales que posiblemente superen a las producidas por el naufragio del petrolero Erika en las costas francesas en 1999.
Situación además agravada por el bloqueo marítimo y aéreo que sigue imponiendo Israel, que impide una evaluación adecuada del problema y la puesta en marcha de medidas para reducir sus consecuencias. ¿No hay que exigir que se impongan sanciones al país responsable de esta agresión? Claro que ¿qué sanciones serían exigibles no sólo por el daño económico causado a Líbano, sino también por los más de mil muertos que ha provocado la respuesta de Israel al secuestro de dos de sus militares.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de septiembre de 2006