Dos mundos, dos concepciones opuestas de baloncesto, se enfrentaron ayer en la última jornada del Grupo A del Mundial de baloncesto femenino de Brasil. De un lado, España, un equipo con todas las letras, pequeño, rápido, intenso y correoso. Un coro. Del otro, Brasil, la anfitriona del Mundial, un bloque que lo fía todo a la inspiración de sus jugadoras exteriores y a los cuerpos largos, interminables, de sus pívots de más de dos metros. Una banda de talentos sueltos. Un equipo intimidante. Aunque no lo suficiente. Venció España (67-66), que pasa a los octavos de final como tercera de su grupo.
Justa de piernas y falta de músculo, España vivió parapetada en una zona. Se trataba de rodear a Alessandra, la pívot brasileña, de camisetas españolas. El objetivo: ceder lanzamientos triples a cambio de asegurar el rebote defensivo. No sirvió de mucho. Alessandra dominó el rebote y cedió segundas y terceras oportunidades de tiro a sus compañeras que, vista su superioridad, ni siquiera le acompañaron en la carga por el rebote. España, sin embargo, no naufragaba en defensa. Simplemente, no tiene centímetros. A igualdad de condiciones, en los emparejamientos de aleros, escoltas y bases, siempre se impuso el nervio, el ritmo acelerado, las manos largas y el pulso competitivo de las españolas. Esas fueron las armas de la selección en ataque: España vivió a impulsos, sujeta a los triples de Aguilar y Palu y a las penetraciones de una gran Amaya Valdemoro. Con eso, que no es poco, bastó. España ganó en un final de infarto, tan apretado y polémico como todo el partido. La selección- que terminó tercera de su grupo, empatada a dos victorias y una derrota con Brasil y Argentina- vuelve a jugar el sábado contra Australia (21.15), su primer rival en el Grupo E en los octavos.
Equipo español: Valdemoro (19 puntos), Palau (13), Montesdeoca (10), Aguilar (15), Martínez (5), Segui (1), Montañana (4), Fernández (-) y Pascua (-).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de septiembre de 2006