Otra vez los expertos (2.500 reunidos en Australia) advierten de lo evidente tiñéndolo de catástrofe: en el mundo hay más gordos -obesos les llaman ahora- que personas con hambre. Nos advierten de casi el fin del mundo: problemas económicos, asistenciales, que los niños morirán jóvenes, etcétera.
¿Por qué no señalan las causas de esta situación? ¿Por qué no atacan a la sociedad de consumo que sienta a los niños delante de la televisión/ordenador cuatro horas al día bombardeándolos con productos para "pasar el día con energía", llenos de azúcar y grasa? ¿Por qué no critican la superproducción de alimentos y su mala distribución, la utilización de hormonas (que pasan al hombre) en la cría irracional del ganado? En fin, algo que sea un poco más arriesgado que el sempiterno llamar la atención sobre el problema.
Les doy unos ejemplos a esos expertos: ¿por qué no denuncian que es imposible saber cuántos gramos de azúcar tiene un yogur infantil o un refresco? ¿Por qué no denuncian que el uso de edulcorantes artificiales (cuestionados por sus efectos secundarios) en los productos light no ha reducido el número de obesos? Para estos expertos no hacían falta alforjas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de septiembre de 2006