Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
KRISTIYAN PETROV | 16 años

"No entendía bien el idioma y me desmotivé"

El idioma, dichoso idioma, la piedra donde encallan los estudios de muchos alumnos extranjeros, ha dejado sin su título de Educación Secundaria Obligatoria al búlgaro Kristiyan Petrov. Sus padres lo animaban, "ya irás aprendiendo, los amigos te ayudarán", pero, cumplidos los 16, el chico ha decidido que la secundaria no es para él. Cuando llegó a España, hace tres años estuvo seis meses aprendiendo a manejarse con el lenguaje en una clase específica para ello y después saltó a segundo de secundaria. Cateó cinco asignaturas y vuelta a empezar. "No entendía el idioma y me desmotivé, al año siguiente suspendí siete. En casa dije que no podía, que no quería seguir para nada...". A la llamada de los profesores la madre de Kristiyan acudió al instituto, en el barrio madrileño de San Blas.

El chico no sabe muy bien en qué términos discurrió la conversación, pero, por último, se hizo su voluntad: ahora el muchacho se ha matriculado en garantía social, un programa diseñado para aprender un oficio, pero que no da acceso tan siquiera al título más básico del sistema educativo español, el de educación secundaria obligatoria.

Sin este reconocimiento oficial, el chaval formará parte de la abultada lista de fracaso escolar que el Ministerio de Educación ha cifrado en un 30%.

Y ello, a pesar de que a Kristiyan se le ve voluntarioso. "Siempre puedo hacer una prueba al final del curso de garantía y pasar a un ciclo de grado medio de Formación Profesional". Sí, por fortuna no están rotos todos los puentes. Cabe esa posibilidad, pero tendría que prepararse la prueba por libre y examinarse para obtener el título que dejó a medias.

Si eso ocurriera habría que descontar a este alumno de la lista del fracaso escolar, pero para entonces, ya nadie se ocupará de computar esa baja.

Este año Kristiyan aprenderá a ser ayudante de reparación de vehículos, un oficio que no le alejará

del todo de la preparación académica, porque estos cursos se complementan con la asistencia a algunas clases académicas: tres horas al día de taller y otras tres de matemáticas, lengua, geografía, que le proporcionarán al menos un barniz de cultura general. "Me hubiera gustado seguir estudiando, pero me disyuntivo, tanto suspender...", dice.

Pero en lo que de verdad tiene puesta su ilusión es en el fútbol: "Yo lo que quiero es ser futbolista. He estado entrenando en un equipo del barrio". Pero ¿eso dará dinero para vivir? "Bueno, cuando cumpla los 18 años me buscaré un equipo..."

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de septiembre de 2006