Nada menos que The New York Times publicaba, en su versión española distribuida con EL PAÍS el 7 de septiembre, un artículo de Michael Wines en donde se interrogaba de forma angustiada sobre qué hacer ante el dilema del periodista que quiere ofrecer su ayuda para acabar con la pobreza, todo esto después de un viaje a Zambia. "Cuando me conmueve un individuo, en ocasiones le ofrezco ayuda después de la entrevista, y me digo que no puedo ayudar también a todos sus vecinos y amigos sin caer yo mismo en la pobreza".
Es el dilema del ser humano obligado a ayudar a los más desfavorecidos; pero es la equivocación del hombre de Occidente, que piensa que la forma de acabar con la pobreza corre a cuenta propia, ignorando que existen organizaciones especializadas que trabajan sobre el terreno para impulsar proyectos autosostenidos de forma que perduren en el tiempo. La ayuda económica prestada por el periodista del Times reproduce los moldes de la cooperación asistencialista, perpetuando al resto de la sociedad a vivir en la miseria, al tiempo que el donante queda parcialmente tranquilo con su conciencia.
Las ONG trabajan por conseguir cambios estructurales, por incentivar proyectos que vayan más allá de la ayuda puntual. No estaría mal recordárselo al admirado periódico neoyorquino justo cuando se acaba de conmemorar, el 8 de septiembre, el Día del Cooperante.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de septiembre de 2006