Los Arctic Monkeys han rematado un año de triunfos sorprendentes alzándose con el Premio Mercury, el más respetado de los galardones musicales del Reino Unido. Abierto a artistas británicos e irlandeses, reparte un solo premio -como mejor disco del año- que rara vez coincide con el éxito comercial de los candidatos. La edición 2006 es la excepción. Del debú de la banda de Sheffield, Whatever people Say I am, That's what I am not, se vendieron 360.000 copias en su primera semana de lanzamiento -un récord, según los expertos- y las ventas superan ya el millón de ejemplares. "Son buenas canciones, sin trucos", celebró el cantante Alex Turner. La fortuna sonrió a este grupo de veinteañeros. Cosecharon fama antes de firmar por el sello independiente Domino, repartiendo maquetas en sus conciertos y dejando vía libre a su audiencia. Sus canciones pronto volaron en Internet en archivos y blogs digitales. El público se volcó en el CD oficial, lanzado a principios del año, pese a contener temas que muchos conocían, un pop pegadizo que habla de encuentros y desencuentros vitales en el norte de Inglaterra. Los conciertos se ampliaron entonces a giras por Europa continental y Estados Unidos pero la presión hizo mella en el cuarteto. El bajista Andy Nicholson tiró la toalla este verano y se despidió definitivamente de sus tres colegas. Una baja prematura entre los autores de un disco que ha batido las últimas novedades de Tom Yorke, cantante de Radiohead, de Muse y de Richard Hawley, entre los candidatos al codiciado Premio Mercury.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de septiembre de 2006