Javier Clemente decidió a principios de los años noventa prescindir de los madridistas Michel y Butragueño, los estandartes de la Quinta del Buitre, en la selección española. El asunto creó una gran polémica informativa, aunque el ex técnico del equipo nacional asegura que siempre tuvo claro que era una decisión correcta.
"Yo aguanté carros y carretas con la prensa de Madrid. Pero tengo que decir que la actitud de Emilio [Butragueño] fue exquisita y que, en cambio, Míchel no lo asumió y, aún hoy, sigue acusándome de las consecuencias de aquella resolución. Lo importante es estar seguro de lo que uno hace según la valoración del rendimiento que pueden dar [los jugadores]", reflexiona Clemente.
"El caso de Raúl es distinto porque, por su edad, está muy lejos de pensar en la retirada. Yo prescindí de Míchel porque la diferencia en velocidad y agresividad respecto a Luis Enrique era abismal. Nadie dudaba de la calidad técnica de Míchel, pero, por sus condiciones, ya sólo jugaba a favor de corriente. Además, se añadía que Luis Enrique era su suplente en el Madrid, lo que engrandecía la polémica. Con Butragueño, el asunto era distinto: él era un jugador estrictamente de área y en aquel momento la selección no reunía las condiciones para jugar con un delantero de esas características. Entendía que debía jugar a la contra y en ese esquema no entraba Emilio. Por eso aposté por otro tipo de delantero que tuviera mayor capacidad de movimiento, como Julio Salinas", continúa.
"Lo importante es tener las ideas claras y, por lo tanto, hay que estar seguro de las decisiones que se adoptan. Yo ahora mismo no sé si Luis Aragonés tiene otro jugador que reúna mejores condiciones que Raúl para llevar adelante lo que él pretende hacer con la selección. Eso lo tendrá que decir él. En mi época, yo tuve muy claro que había otros futbolistas que podían ser más beneficiosos para el conjunto que Míchel y Butragueño. Lo que está claro es que, cuando las decisiones afectan a futbolistas de ese nivel mediático, te espera un calvario que no sufres con otros. Pero hay que asumirlo y mantener tus convicciones".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de octubre de 2006