Hacía mucho tiempo que España no perdía dos partidos oficiales consecutivos. Ni más ni menos que 15 años. Desde la fallida fase de clasificación para el Europeo de 1992, precisamente en Suecia, la roja no revivía tal desastre. La única diferencia es que en esta ocasión los dos encuentros han sido lejos de la Península: en Irlanda del Norte (3-2) y Suecia (2-0).
La selección, que no volvió a perderse ninguna cita de abolengo, ni europea ni mundialista, contempló entonces desde la distancia la proeza de Dinamarca, que llegó invitada al torneo como sustituta de una Yugoslavia que se desangraba y terminó ganando su primer, y único, entorchado frente a Alemania. Ocurrió en la época mítica de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que España logró la medalla de oro contra Polonia.
Unos meses antes, el combinado de Vicente Miera había perdido dos veces con Francia y también en la antigua Checoslovaquia e Islandia. Fue quizá la fase previa más triste de la historia española: tercer puesto en el Grupo I y eliminación.
Francia, dirigida desde el banco por Michel Platini y con goles de Luis Fernández y Papin, finiquitó las aspiraciones españolas el 12 de octubre de 1991 en Sevilla, donde ganó por 1-2. Ahí culminaron los intentos de estar en Suecia, ya de por sí complicados por la derrota en Islandia apenas tres semanas antes, el 25 de septiembre, en un lugar cuya población era menor a la de las ciudades dormitorio de Alcorcón y Móstoles.
Las siguientes derrotas de carrerilla, ante Holanda (1-2) e Inglaterra (3-0), en sendos partidos amistosos entre noviembre de 2000 y febrero de 2001, no cuentan.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de octubre de 2006