Fue noche de alegrías, que interpretaron prácticamente todos los que intervinieron: La Tobala, Del Pozo, Poveda, Galván. La Tobala -que actuaba en sustitución de Esperanza Fernández, ausente por fallecimiento de un familiar próximo- las metió en un revoltijo de cantiñas que fue atractivo, y al que ella dio empaque con su gran voz. Paco del Pozo, cantaor clásico, hizo las alegrías en su más rigurosa tradición. Poveda las cantó en un término medio, entre lo convencional y el acento personal.
E Israel Galván, un bailaor siempre de difícil clasificación. Es una nueva forma de bailar, sobre todo con nueva estética. Nada de lo que hace Galván se parece a lo ya conocido, sino que rompe todos los moldes para crear unos inéditos. Esa forma suya de arquitecturar el cuerpo, secundado por un movimiento de pies que puede llegar a ser alucinante, no la hemos visto a ningún bailaor/a del flamenco. Por supuesto que no se parece a ningún otro miembro de esa cofradía, ni de lejos. Así, Israel Galván se convierte en un espécimen por lo menos raro, pero arrollador, que sorprendentemente gusta.
IX Festival Solidarios
Guitarra en concierto: Gallardo del Rey, Paco Fernández. Cante: La Tobala, Paco del Pozo, Miguel Poveda. Toque: Pedro Sierra, José Manuel León, Alfredo Lago. Baile: Israel Galván. Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid, 7 de octubre.
José María Gallardo del Rey se aproximó al flamenco en un repertorio pensado con esa intención, y sobre todo en la suite de García Lorca y sus canciones populares fue una pura delicia. La Tobala no es cantaora convencional; su voz limpia y fuerte construye los cantes a su modo, que casi siempre resulta bien. Como el cante de Paco del Pozo, un verdadero clásico por la fidelidad que guarda a los modelos tradicionales; muy bien por malagueña, muy bien por siguiriyas. Paco Fernández hizo un par de temas de su disco Sastipén Talí (Salud y Libertad), con sentimiento y dramatismo.
Miguel Poveda estuvo colosal, como ya es habitual en este cantaor. Hizo cantes de levante, alegrías, siguiriyas, malagueñas con el remate abandolao, y todo lo hizo bien. Las siguiriyas, por ejemplo, fueron inmensas, muy quejadas, llenas de sabor y cuajadas de tragedia. Por último, se quedó en el escenario junto al guitarrista Alfredo Lago para recibir a Israel Galván, que bailó con el cante de Poveda y el toque de Lago. Unas largas bulerías que iniciaban la actuación de Galván y que fue un verdadero lujo, un auténtico regusto de emoción y templanza.
La organización tuvo algunos fallos, sobre todo por la existencia de tiempos muertos que dejaban todo inactivo. Un mal menor en una noche digna de recuerdo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de octubre de 2006