Ion Beitia tiene fama de profesor exigente, casi implacable. "Mi sistema de enseñanza es muy próximo al bailarín; no marco distancias, estoy muy cerca de ellos, les digo lo que pienso y, sobre todo, les advierto de la desventaja de ser muy bueno: que tienes que trabajar muy duro", explica. Esto lleva a que muchos no lleguen a las exigencias del profesor, pero que quienes sí lo consiguen salgan con una formación sobresaliente, como muestra el hecho de que entre 60 y 70 discípulos suyos estén situados en la actualidad en la primera fila del ballet mundial.
Sin embargo, y a pesar del reconocimiento internacional, al final Beitia se ha tenido que marchar a vivir Barcelona. "El Gobierno vasco no ha hecho ningún esfuerzo para potenciar la cultura en el país. No sólo la danza, tampoco la pintura, la música o el teatro. Ellos están en sus problemas políticos. Hace muchos años presenté un par de proyectos y me los echaron atrás", recuerda.
Y no se olvida del trato que le dio Iñaki Zarraoa (PNV), actual alcalde de Getxo, cuando le presentó un proyecto de compañía de ballet vasco. "Sin leerlo, me tiró el documento a la cara y me dijo: 'Tú, olvídate de pedir nada al Gobierno vasco', con una sangre fría impresionante. Aquel día me di cuenta de que, si no perteneces a determinada facción, no tienes nada que hacer en Euskadi".
También afirma que el interés por el ballet es nulo en las principales instituciones vascas. "Hubo un momento, a mediados de los ochenta en que había un interés tremendo por el ballet, y ahí están todos esos jóvenes que participan en formaciones europeas. Ahora mismo el ballet en el País Vasco está como en 1960. Por eso me he ido".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de octubre de 2006