Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Análisis:A LA PARRILLA

Chistes

Para digerir la derrota contra Suecia, TVE estrenó La dársena de poniente, con ingredientes de Dallas, actores veteranos solventes y valores jóvenes consolidados o por consolidar. El primer capítulo es un concentrado del género: un villano millonario, adúltero, pésimo padre, cardiopático (Sancho Gracia) acaba estrellando su coche en un accidente que huele a futura guerra por la herencia. También hay un yerno corrupto, una mujer con pasado misterioso, una amante despechada y un navío naufragado con chico bueno. Tanta tragedia quedó empequeñecida por el despiadado juicio que, a continuación, se vivió en El rondo. Las víctimas eran Luis Aragonés y Ángel María Villar, convertidos en malvados de un espectáculo con varios fiscales, a cual más chillón y vehemente. A ratos eran tan severos que aquello parecía un chiste.

Y hablando de chistes: La Sexta emite un interesante programa sobre este deporte nacional. Se llama Un país de chiste y, en principio, el país es España. Digo en principio porque a través de los acentos uno va descubriendo la expresividad de otros países dentro del mismo país. La cosa consiste en que Óscar Terol, alma del invento, recorra diferentes ciudades pidiendo a los nativos que cuenten chistes. Vascos, catalanes, gallegos, andaluces, todos aportan su acento a unos chistes desiguales y para los que Terol ha desarrollado una técnica de supervivencia: fingir que le hacen gracia chistes que no la tienen. Como experto del humor, a Terol le acaba ocurriendo que los chistes que le hacen gracia son los más raros. Curiosamente, muchos gallegos, vascos, madrileños y catalanes cuentan sus chistes con acento andaluz, como si creyeran que así tendrán más gracia. El programa tiene algo de road movie y nos presenta un mapa chistológico en el que abundan las obsesiones sexuales y una persistente tendencia a contar historias de borrachos. Por acumulación, uno descubre el perfil de un país de países que cuando está eufórico cuenta chistes y cuando está cabreado pide la cabeza de Luis Aragonés.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de octubre de 2006