A cuatro días del comienzo de la campaña electoral catalana y con un Partit dels Socialistes (PSC) que no despega en las encuestas, José Luis Rodríguez Zapatero acudió ayer a Cataluña para insuflar aire a su candidato, José Montilla. Y lo hizo con una terapia de choque: atizando el fantasma del PP.
El presidente del Gobierno aseguró que el PP "está deseando que gane Convergència i Unió" para continuar con su larga colaboración de la época de José María Aznar, de la que destacó el no nacido y denostado trasvase del Ebro. Minutos antes, Montilla había alertado de otro gran "peligro", el de un frente nacionalista entre CiU y ERC, del que dijo, "sólo traería confrontación" entre los catalanes.
Declarándose "un hombre de Montilla" y recuperando su afición a lanzar vaticinios, Zapatero aseguró ante unos 3.000 militantes del PSC en Sabadell (Barcelona) una victoria "clara y rotunda" de los socialistas catalanes. "Y se lo dice alguien que tiene mucha experiencia en ir por detrás en las encuestas", dijo un Zapatero que después se puso manos a la obra en atacar a CiU, de la que recordó que nunca logró en sus pactos con el PP lo que el actual Gobierno socialista ha conseguido para Cataluña.
Bien diferentes fueron las palabras del presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, quien se dedicó en cuerpo y alma a defender, ante Zapatero, la labor del tripartito, del que reclamó la continuidad de su proyecto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de octubre de 2006