"Buenas noches y Ramadán karim" , deseó George W. Bush a más de un centenar de musulmanes que acudieron el lunes por la noche a la Casa Blanca para celebrar la cena de Iftaar (la comida-cena con la que se rompe el ayuno del Ramadán) por sexto año consecutivo. El presidente recordó que es "un mes sagrado para los musulmanes en EE UU y en todo el mundo, un tiempo de ayuno y de rezos, de contemplación de la gracia divina y de caridad" y habló de "la religión que da esperanza y ayuda a más de mil millones de personas". Tanto la Casa Blanca como el Departamento de Estado, conscientes de los estragos que Irak y otros conflictos causan en la imagen de EE UU, luchan -con escasos resultados hasta ahora- para cambiarla. Entre la audiencia, varias mujeres con hiyabs (pañuelo en la cabeza), algunos miembros de religión musulmana de la Administración y los ejemplos de que el sueño americano es compatible con el Corán: Farooq Mohamed, hijo de inmigrantes paquistaníes, nacido en Brooklyn, un miembro de los equipos de emergencia que ayudó a las víctimas del 11-S arriesgando su vida y acudió como voluntario al terremoto de Cachemira.
"El valor y la generosidad de Farooq representan lo mejor del espíritu americano", dijo Bush, que definió al joven paquistaní como "un orgulloso musulmán y un patriota estadounidense". Junto a él, un policía de Nueva York que también estuvo en las Torres Gemelas, un médico militar que es capellán musulmán de la Marina, veteranos de Afganistán e Irak...
El imán Talal Eid, director del Instituto Islámico de Boston, bendijo la cena, habló de "los atentados terroristas del 11-S contra nuestra nación" y rindió homenaje a las víctimas y a los policías y bomberos que murieron tratando de rescatar a los que estaban en las Torres. En el menú, sopa de zanahorias, mero al pesto y a la menta, ensalada de tomate con aceite de oliva y albahaca y souflé de peras. Para beber, agua.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de octubre de 2006