Las croquetas de plumcake de parmesano y chocolate se dan de codazos con unos calamares cocinados con garbanzos y salsa de chocolate en uno de los mostradores de la pastelería Natcha y Bocí en el Salón del Chocolate. No son los únicos productos de esta feria que se celebra mañana en el Centro de Convenciones Internacional del Fórum de Barcelona.
La marca Lindt ofrece a sus visitantes un nuevo producto: chocolate con chile, que deja un leve rastro picante en la garganta. Las fragancias de chocolate están presentes en las catas de Maison Parfum. Los de Cacao Sampaka se han traído su joya, unos bombones elaborados con cacao criollo blanco, el más preciado. Para los más ecologistas, Chocolate Orgániko, sin colorantes ni conservantes.
En total, 50 empresas y un centenar de marcas participan en esta segunda edición del salón. A media mañana de ayer, decenas de niños con la cara pintada hacían cola en uno de los expositores para conseguir su chocolatina mientras otros bailaban con uno de los muñecos de la tele. Una señora disfrutaba removiendo una fruta en una fondue de chocolate.
"Es un salón para el gran público, queremos que las familias y sobre todo los niños se lo pasen bien. Yo comparo esta feria con Disney World", afirma Joan Turull, presidente del salón. No se equivoca. Los más pequeños tiene un área específica; la cantante cubana Lucrecia es la madrina, y este fin de semana estarán los Lunnis.
Mientras los niños hacen cola para llenar su bolsa, otros, bastante más talluditos, sufren un poco más. Durante dos días se ha desarrollado el Campeonato Nacional de Jóvenes Pasteleros, que finalizó ayer con el triunfo de Alejandro Montés en representación de Barcelona. Estos jóvenes, que no superan los 25 años, han tenido que cocinar en dos días unos bombones, una especialidad regional y un pastel. El ganador elaboró cinco tipos de bombón, una tarta de chocolate con leche con naranja y azafrán y una micrococa de vidre con piñones en textura. "La pastelería no está al mismo nivel que la cocina, pero poco a poco se está abriendo camino", afirma el joven, que en un futuro próximo quiere abrir su propio negocio, centrado, cómo no, en el mundo del chocolate.
Entre tanto deseo comestible, se encuentra Sid Chidiac, un artista australiano que se trasladó a vivir a Nueva York. Durante su época de estudiante se dedicó a trabajar en la cocina de un restaurante, donde aprendió a colorear los pasteles. Sid Chidiac pensó que la única manera de que alguien se fijara en su obra era ser original. Así empezó a pintar con chocolate. Sus cuadros se han expuesto en Nueva York, París y Kuwait. Nunca los cubre con cristal para que los más desconfiados puedan acercarse y oler que la obra es 100% de chocolate.
El salón del chocolate cerrará sus puertas mañana en el Fórum con la esperanza de superar los 35.000 visitantes del año pasado. La entrada al recinto cuesta ocho euros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de octubre de 2006