Más de 10 millones de niños al año se mueren por causas que se pueden evitar. Cada minuto, nueve personas se contagian de sida y uno de ellos, como mínimo, es menor de 15 años. Durante todos mis viajes para Unicef, he visto muchas de las caras que esconden estas cifras. He conocido a supervivientes del genocidio de Ruanda. Me han hablado de mujeres escogidas para ser violadas por soldados portadores del virus del sida. He conocido a jóvenes rumanas obligadas a prostituirse en Irlanda por traficantes de sexo. Y he hablado con una huérfana de 12 años en la República Democrática del Congo que fue brutalmente violada por cuatro hombres, en una zona donde la violación sirve como arma de guerra.
En nombre de ellos, Unicef recoge este galardón con profunda gratitud.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de octubre de 2006