Sí y no. TVE ya no puede competir con los canales privados en lo relativo a los costosos programas de ocio. Pero en cambio sí que puede competir en noticias, informativos, debates, documentales... Si centrara sus esfuerzos (presupuestarios e intelectuales) en alcanzar un nivel superior de información respecto las otras cadenas podría hacerse con un sector importante de la audiencia. Palermo.
No. Tenemos dos cadenas públicas estatales y ninguna de las dos cumple la función que justificaría los fondos públicos que financian sus enormes pérdidas: asegurar a los ciudadanos la posibilidad de recibir información objetiva y seria; emitir buenos debates políticos; promocionar programas educativos y culturales interesantes, aunque no sean rentables económicamente... Lo que tenemos está a la vista: podemos ver bailar a la nieta de Franco pero no podemos ver los debates parlamentarios, cuya retransmisión se hace a través de una cadena de pago. Bastaría con una sola cadena pública estatal bien concebida y bien gestionada que, aunque deficitaria -pero seguro que mucho menos que las dos actuales- estaría plenamente justificada. Transitorio.
Un servicio público debería concentrarse en ofrecer alternativas que eleven el nivel intelectual y cultural de la sociedad, para compensar los efectos de los canales privados que nos están llenando de irascibilidad. Ramón Leonato.
TVE es una cadena pública, su objetivo no es la competencia sino el interés general. Roscon.
¡Claro que no! Debería ser un ente público imparcial y, puesto que lo pagamos todo, consagrado a lo educativo, lo informativo y los grandes debates políticos y sociales. Un lugar donde se hable de todo y para todos. En fin.
La televisión pública debe ser subvencionada por el erario público en su totalidad. No tiene por qué competir en audiencia con las privadas. Debe ser una televisión educativa, informativa e imparcial. Y sin anuncios. Gaboardi.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de octubre de 2006