Llevo muchos años escribiendo Cartas al Director como para saber que pocas son las publicadas, circunstancia comprensible siendo tantos los lectores que queremos expresarnos en tan poco espacio. No creo que la señora Aguirre se encuentre con estos problemas cada vez que decide utilizar esta tribuna para meterse con los periodistas de EL PAÍS, como hizo con Haro Tecglen, o para desmarcarse del enriquecimiento de su familia, algo que muchos creemos que sería más adecuado que lo tratase en la Asamblea de Madrid.
Entiendo que una carta de la presidenta de la Comunidad tenga más interés mediático que una de un lector desconocido, pero ella ya cuenta con una cadena de televisión, pagada por todos nosotros, en la que dar rienda suelta a sus alocuciones eligiendo las preguntas adecuadas y quién debe hacerlas (Germán Yankee ya no volverá a hacerlo).
Pido encarecidamente a EL PAÍS que nos ahorre este goteo constante de cartas de Esperanza Aguirre Gil de Biedma; bastante tenemos con escucharla todos los días como para tener que leerla en el periódico que compramos.
Podrían crear una columna específica para ella en la que pudiera rebatir las informaciones de EL PAÍS, si no, su carta va ser una sección fija en Cartas al Director, dado que no parece que vayan a concluir las aventuras de esa gran familia tan popular.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de octubre de 2006