La Corte de Apelaciones de Santiago de Chile autorizó ayer investigar si Pinochet tenía ocultos desde los ochenta en un banco de Hong Kong nueve toneladas de lingotes de oro, equivalentes a 160 millones de dólares. La familia niega las informaciones periodísticas, confirmadas luego con abundante material por el Gobierno chileno. "El único oro que tiene es el de su alianza de matrimonio", sostiene el jefe de su cada vez más abundante y bien pagado equipo de juristas que necesita para afrontar las numerosas causas abiertas. Sobre dos de ellas -evasión fiscal y cuentas ocultas en Estados Unidos, principalmente en el Riggs Bank, que ascenderían en total a unos 26 millones de dólares, según fuentes judiciales-, el Tribunal Supremo del país le ha retirado su condición de aforado que goza como senador vitalicio. La entidad financiera hongkonesa en cuestión, Hong Kong & Shanghai Banking Corporation (HSBC), afirma tras una investigación preliminar que no consta el nombre del general como cliente.
Es evidente que si al final se demostrara que el ex dictador disponía también de oro en el extranjero, las autoridades chilenas deberían procurar el retorno de ese botín a Chile. Pinochet vive aislado entre la cordura y la demencia senil. Es muy probable que dada su avanzada edad no quede ya mucho tiempo para que sea juzgado por alguna de las causas abiertas. El pueblo chileno, sin embargo, hace ya tiempo que le ha condenado políticamente por los crímenes de su dictadura con el regreso de la democracia. Pero lo que debe ser horrible para el general de voz atiplada es ver cómo sus antiguos seguidores le han dado la espalda al ver que fue, además de carnicero, un ladrón de guante blanco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de octubre de 2006