Le envío estas líneas en calidad de miembro del claustro de profesores del IES Haygón de San Vicente del Raspeig. El pasado martes diversos canales de televisión, radio y prensa escrita se han hecho eco de la agresión a un compañero al que estimo de verdad. Le conozco de hace tiempo, y tengo además el orgullo de haberle tenido como profesor de algunos de mis hijos.
Me planteo, como muchos compañeros de éste y otros centros, si de veras existe voluntad política de solucionar de raíz estas situaciones de violencia en los centros escolares. Me pregunto por qué la Conselleria de Educación no asume de inmediato la contratación de vigilantes jurados en los centros afectados, y por qué los padres de algunos institutos tienen que pagar de su bolsillo los costes de estos servicios.
Me pregunto por qué tiene que pasar algo muy grave para que la sociedad civil exija a los cargos políticos que garanticen la seguridad de los niños y adolescentes, profesores y profesoras, directores y conserjes de todos los centros de este país. Lo peor: a medio plazo no se hará nada. Lo mejor: el apoyo y el cariño que nuestros alumnos y compañeros han manifestado en la sentada realizada en el patio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de noviembre de 2006