¿Una pelota que se asemeja a una muñeca hinchable? ¿Un balón oficial, el de la mejor Liga de baloncesto, que se comporta como un juguete de plástico? Las comparaciones, de Shaquille O'Neal, de Steve Nash y de tantos otros resumen a las bravas la oleada de críticas que está recibiendo el nuevo producto de la factoría Spalding que la NBA acaba de estrenar.
"Los mejores jugadores del mundo jugarán con la mejor pelota del mundo", quiso zanjar el comisionado de la NBA, David Stern, días antes del inicio del campeonato. ¿Punto y final? No para los baloncestistas, que prefieren los balones de piel de siempre a los sintéticos, y han seguido erre que erre con el principal quebradero de cabeza al que se ha enfrentado el organigrama de la NBA durante la pretemporada. "Todo este drama es exagerado. Solamente hablan de lo malo y no de lo bueno que ofrece el nuevo balón", ya se defendía Stern durante la gira europea de varias de las franquicias de la Liga norteamericana.
La polémica ha seguido al último producto de la firma deportiva desde su presentación en Miami -hogar de los vigentes campeones- en junio. Y eso que Spalding quería el cambio de poderes entre cuero y plástico hace un año, pero Stern se negó porque quería evitarse protestas. Evidentemente, el primer cambio en la pelota en más de 35 años -en 1970 pasó por una transición de cuatro a ocho paneles- no las ha evitado.
Mientras Stern, el revolucionario que inventó la NBA tal y como la conocen los aficionados, considera al elemento extraño "muy superior" a la antigua bola que ha retirado del mercado -la única que quedaba en un torneo de calado-, el multimillonario dueño del Dallas Mavericks lidera a los rebeldes. Según un estudio ordenado por Mark Cuban a la Universidad de Tejas, el material de microfibra de la nueva se comporta de modo alocado. Las quejas de los profesionales, que el esférico bota raro y que es difícil agarrarlo, encuentran su fundamento: la nueva pelota bota un 5% más baja y no absorbe tanto la humedad. Desde Spalding responden tirando de años: los balones usados botan más que uno nuevo. En cuanto a la absorción, "así no cambia el peso según avanza el partido".
Hasta Charles Barkley, ex jugador del Filadelfia y el Phoenix, se ha unido a la pelea de Shaq. "Si le preguntan a los jugadores, siempre nos gusta jugar con una vieja", afirmó el Gordo. Una cosa no ha cambiado: la silueta de Jerry West sigue marcando al balón de la NBA.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de noviembre de 2006