Las protestas populares contra el régimen surgido de la Revolución de los Tulipanes en el Estado centroasiático de Kirguizistán continuaban ayer por quinto día consecutivo, pese a los intentos del presidente Kurmanbek Bakíyev de acallar los ánimos mediante la destitución del ministro del Interior. Varios miles de personas permanecían concentradas frente a la sede del Gobierno en Bishkek para pedir o bien una reforma constitucional democratizadora o el cese de Bakíye, llegado al poder después de las revueltas que, en marzo de 2005, acabaron con el régimen del presidente Askar Akáyev, quien se vio obligado a refugiarse en Rusia. Los males de los que fue acusado Akáyev (nepotismo y corrupción) se han reproducido a los ojos de la oposición en el nuevo régimen.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de noviembre de 2006