A Rosa María Ivars, de 32 años, le parece "una barbaridad" que los médicos "tengan tantos pacientes" asignados. Pero cree que casi es peor que no se aprovechen los miles de facultativos recién licenciados, "gente muy cualificada" cuya contratación podría corregir este desequilibrio.
Rosa María acudió ayer al consultorio de la plaza de Nápoles y Sicilia, en Valencia, "por una gripe que me ha pegado ella", indica apuntando a su hija Lucía, de ocho meses y medio, que asiste atenta a la conversación desde su carrito. "Cada paciente debe tener la atención que necesita", y, no depender de la gente que esté esperando, indica, "a veces [el médico] ni siquiera tiene tiempo de auscultarme".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de noviembre de 2006