Un reciente estudio epidemiológico revela que hay una relación inversa entre las prescripciones de antidepresivos y las tasas de suicidio infantil y adolescente, un hallazgo que contradice la etiqueta negra de advertencia de la FDA (la agencia del medicamento de EE UU) que llevan ciertos antidepresivos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). El estudio ha sido realizado por la Universidad de Illinois en Chicago y se ha publicado en The American Journal of Psychiatry.
Esta conclusión se deriva del estudio de las tasas de suicidio en niños de edades comprendidas entre los 5 y los 14 años en Estados Unidos entre 1996 y 1998, y los datos de las recetas de ISRS. Los autores descubrieron que allí donde había mayores índices de prescripción de ISRS, eran más bajas las tasas de suicidio en niños y adolescentes. "Es justo lo contrario de lo que pronosticarías si los ISRS provocaran suicidios", señala el principal autor, Robert Gibbons, director del Centro de Estadísticas de la Salud de la Universidad de Illinois.
En EE UU hubo 933 suicidios en niños de entre 5 y 15 años de 1996 a 1998, lo que representa una tasa anual total de 0,8 por cada 100.000. El estudio calcula que si no se recetaran ISRS, habría 253 suicidios más cada año entre niños y adolescentes sólo en EE UU.
Según Gibbons, que fue miembro del consejo asesor de la FDA que en 2004 aprobó la inclusión de una etiqueta negra de advertencia en las recetas de ISRS, a algunos médicos "les aterroriza recetar ISRS a niños". Desde que se aprobó la etiqueta negra, la tasa de recetas de antidepresivos en niños ha disminuido en cerca de un 30%, añade Gibbons. "La gran preocupación es que la tasa de suicidios aumentará, no sólo en EE UU, sino en todo el mundo", dice Gibbons. "Nuestro estudio muestra apoyo a esa idea".
Gibbons recalca la importancia de desarrollar mejores herramientas y un mayor interés por el seguimiento de los medicamentos después de su comercialización. Y propone un control sistemático y riguroso de los medicamentos con receta para descubrir efectos adversos lo más pronto posible, y evitar así tomar decisiones sobre los fármacos basadas en datos muy preliminares o parciales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de noviembre de 2006