El recorte de los recursos financieros de la Comunidad de Trabajo Galicia-Región Norte de Portugal va a perjudicar su capacidad de desarrollar proyectos conjuntos en los próximos años. Aún es pronto para conocer el reparto, pero los 90 millones de euros asignados a toda la frontera para los próximos siete años van a dar para muy poco en comparación con los casi 243 que Galicia y el Norte de Portugal recibieron durante el período de ayudas que ahora acaba.
La cooperación, que afecta también a ayuntamientos y operadores privados, depende del apoyo de esos fondos.
Sin ellos, la Xunta y la Comisión de Coordinación de la Región Norte de Portugal van a tener que acudir a sus propios presupuestos si quieren mantener viva la labor de la Comunidad de Trabajo, aunque el margen de maniobra de la parte portuguesa es más bien reducido.
La segunda consecuencia del recorte de los fondos - resultado en parte de un cambio de política en la Unión Europea, que ha hecho posible la cooperación entre territorios aunque no sean fronterizos sin incrementar la dotación global del programa- es que la eurorregión Galicia-Norte de Portugal deberá optimizar el uso que va a a hacer del dinero siguiendo criterios de concentración y calidad.
Atrás quedará la época en la que la Comunidad de Trabajo podía permitirse gastar 25 millones de euros en asuntos tan poco vinculados al desarrollo común como atender las consecuencias del naufragio del Prestige.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de noviembre de 2006