Nieto de relojero, Jan Marijnissen llegó ayer en punto a la cita más importante de su carrera politica. Salido en origen de los ayuntamientos, donde su Partido Socialista radical (SP) se labró la confianza de la ciudadanía con una mezcla de entrega y sensatez, anoche se presentó como el único hombre capaz de humanizar a Holanda.
De convertirla en un país "solidario y equitativo, ahora que se ha producido el tan esperado punto de inflexión y contamos con la confianza de la ciudadanía para ponernos enseguida a trabajar". La frase no difiere en apariencia de los discursos electorales clásicos, pero el escenario donde la pronunció sí era nuevo en Holanda. Rodeado de fotografos y de seguidores portando ramos de flores blancas envueltas en un papel bien rojo, Marijnissen ofrecía un aspecto casi presidencial. Era el político del día y nadie le arrebató el título.
"Somos la tercera fuerza del país. Felicidades a todos por hacerlo posible" siguió el líder del SP. Luego le lanzó un dardo a los liberales de derecha (VVD), recién desbancados de la tercera plaza que han disfrutado a la sombra de la democracia cristiana.
"Es el día en que los liberales han sido por fin sobrepasados. Es la hora de la Holanda igualitaria", concluyó. Arrebatados, los militantes le arengaron con frases del estilo: "Véanle, es el ganador de las elecciones de 2006", y "Ahora, el SP", a ritmo casi futbolero.
Los inicios maoístas
El baño de multitudes de anoche le llegó a Marijnissen a los 54 años y después de recorrer un largo camino iniciado en el maoísmo y el rechazo frontal al orden establecido, que fue suavizándose al comprobar que "ir sólo a la contra" era poco productivo. El propio líder ayer encumbrado ha reconocido en sus reflexiones que el trabajo de campo en los consistorios nacionales, donde enseguida ganaron adeptos, le llevó a darse cuenta de que el futuro estaba en las bases.
Un bagaje que le permitió poner ejemplos concretos en todos los debates electorales. Uno de los mejores ejemplos se produjo en el último, seguido en su mayor momento de audiencia por tres millones de personas. Cuando todos los partidos hacían profesión de fe social, él dejó las cifras a un lado para recordar el caso de una pensionista en un hogar de ancianos que se quejaba de que sus cuidadores no tenían tiempo para ella. "Algo tan simple como cogerle la mano era imposible por falta de medios y exceso de burocracia", señaló.
La imagen le ganó un aplauso cerrado de la audiencia, y una media sonrisa de sus oponentes que le reconocen un mérito muy útil en política. Es un hombre sencillo que no oculta sus lagunas educativas y es tan "auténtico" como aparenta."Aunque no llegue a entrar en el nuevo Gobierno que se formará, el logro de Marijnissen es haber forzado a la democracia cristiana a aplicar una política más social a partir de ahora", admitían anoche liberales y socialdemócratas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de noviembre de 2006