En Irak existe ya una auténtica guerra civil y sectaria. Sólo así pueden calificarse los ataques terroristas concertados que ayer costaron la vida en un barrio chií de Bagdad al menos a 157 personas y provocaron graves heridas a otras 250. El objetivo era la emblemática barriada de Ciudad Sáder, donde unos dos millones de chiíes ocupan una de las áreas más pobres de la ciudad. Varios coches bomba y granadas de mortero provocaron la mayor matanza desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, en un nuevo episodio de la serie de venganzas que arrancó en febrero con la destrucción a bombazos del santuario chií de Samarra. Los líderes religiosos de una y otra rama musulmana no pueden o no quieren controlar a sus milicias.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de noviembre de 2006