Un espectador sin información previa de Los ciegos, la obra de Maurice Maeterlinck que los canadienses Ubu Compagnie de Création presentan en el festival Temporada Alta de Girona hasta el 26 de noviembre, se queda con la duda de si ha visto actores reales, autómatas, hologramas, filmaciones de vídeo o una extraña mezcla de todo ello."Llevando al extremo el simbolismo de Maeterlinck, el escenario se convierte en un lugar indeterminado entre la vida y la muerte. El espectador se queda perplejo y se pregunta qué es lo que ha visto realmente", cuenta Denis Marleau, el director de la obra.
Marleau empezó su investigación tecnológica mezclando el vídeo y las máscaras en una estancia creativa en el Museo de Arte Contemporáneo de Montreal. Lo cierto es que, aunque no lo parezca, los actores no pisan la escena y, por supuesto, no saludan al final de la representación. "Es un ejercicio de humildad para el actor, que construye su personaje al principio del proceso, aunque después sólo queda una traza, una presencia", abunda el creador.Los ciegos, que se representa en versión castellana, muestra en escena los rostros de 12 personajes invidentes que emergen de la oscuridad. Están inmovilizados en un bosque y, mientras esperan a un guía que no aparece, combaten su angustia con la conversación. Ubu presenta en el mismo programa la obra Dorm fillet meu, en versión catalana, una breve pieza del dramaturgo noruego Jon Fosse que ha sido definida como una nana inspiradora de pesadillas. Esta obra, sin actores en escena, cuenta también con tres inquietantes criaturas tecnológicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de noviembre de 2006