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Análisis:A LA PARRILLA

La mirada en el hielo

María San Gil tiene una mirada que tiene que ver con su nariz; si arruga su nariz es que sonríe, y si la mantiene tensa, recta, casi punzante es que pasa por su interior una tormenta. De las personas que ejercen la política es, quizá, la que mejor sonríe, a todo el mundo. Hay una foto en la que ríe junto a sus adversarios Imaz y López, antes o después de un debate sobre el proceso de paz que ella detesta; están los tres riendo. De ese mismo día hay una foto con los mismos protagonistas pero con una aureola diferente. San Gil y los demás muestran un gesto hosco de la cara. Demasiada hosquedad en Euskadi, demasiada hosquedad en España, demasiada hosquedad para tanta esperanza.

Pero la cara de San Gil -su mirada- en esa imagen que ahora ha desplazado de todas las televisiones las restantes miradas es un renglón distinto de la vida; ahí, en esa mirada de rabia, se concentra como un puñetazo el pasado del País Vasco. Y de este país entero. Ella estaba allí, en el restaurante donde fue asesinado su amigo Gregorio Ordóñez, vio el gesto matarife -¡ella creyó que era una broma macabra!- del etarra, y corrió hacia él, hasta que se dio cuenta de que su carrera era inútil. Ahora, ante los jueces, y ante las cámaras de televisión, completó aquella mirada; "quería mirarle a la cara", dijo ayer en Tele 5, y le miró bien, como quien taladra el hielo ensangrentado. En Cuatro -en el noticiero de Gabilondo- la vi sostener la mirada, y caminar a cámara lenta, seguida por el resplandor terrible de la indiferencia del hombre que mató a su amigo. Hay una canción de Raimon sobre las manos que matan, "manos sucias de los que matan, manos limpias de los que mandan matar". No matan sólo las manos; la mirada de Txapote mató entonces una esperanza como quien mata un ruiseñor. De la mirada de María San Gil, y de muchas miradas, depende ahora que ya no haya manos que manden matar. Generosidad en la mirada, como un regalo del futuro. Ojalá.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de diciembre de 2006