Un encapuchado penetró ayer al mediodía en un colegio de primaria en Brabante, al sur de Holanda, y asesinó a un alumno de ocho años. Aunque después se dio a la fuga, la policía pudo detenerlo con el apoyo de un helicóptero. Los agentes le identificaron como un joven de 22 años que no parecía tener relación familiar con la víctima. El colegio fue cerrado, los niños devueltos a sus casas y se abrió un centro de ayuda psicológica.
La víctima, junto con su maestra y toda la clase, realizaba una actividad en el salón de actos del centro de educación básica Klim-Op, cuando entró un desconocido tapado con una capucha y vestido con un abrigo largo. El pequeño, que había terminado sus deberes, pidió permiso para regresar a su propia clase a recoger más material. Según las primeras pesquisas, estaba solo en el pasillo cuando fue asaltado y recibió una herida mortal en el cuello. Aunque la policía señaló que tenía el cuello "muy mal" no llegó a utilizar el término degollado. La profesora, al ver que tardaba, salió en su busca y lo encontró tirado en el suelo.
Tanto la dirección del colegio como los investigadores creen que no hubo testigos directos del crimen. Sus compañeros no vieron cómo le mataban. Aunque la policía no quiso dar ayer demasiados datos, no se descarta que el niño sea el hijo del director de una filial del banco Rabobank.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de diciembre de 2006