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Editorial:

Publicidad engañosa

En la búsqueda de nuevos clientes, las empresas de alimentación han aprovechado la creciente preocupación de los consumidores y han introducido en la publicidad de los alimentos promesas de mejoras de la salud o de la nutrición. A menudo con escasa o nula solvencia científica, diversos anuncios aseguran que un yogur, una bebida o una galleta ayuda "a reducir el colesterol", "a mejorar las defensas naturales" o "a prevenir enfermedades cardiovasculares". La legislación actual sobre publicidad y etiquetado de los alimentos -sustentada en una maraña de normas, centrada en cuatro leyes- permite que estas firmas puedan hacer uso de mensajes ambiguos o que realicen afirmaciones que no demuestran, como cuando se dice que basta con el alimento que se anuncia para que un niño desayune correctamente o que se trata del que tiene menos calorías del mercado.

El recurrir en la publicidad a los mensajes que hacen referencia a supuestos componentes beneficiosos para la salud no es nuevo, lo que no quiere decir que sea admisible. La Unión Europea va a aprobar en las próximas semanas un reglamento sobre la publicidad y el etiquetado de estos productos que obligará a las compañías a dar información más exacta y rigurosa. Las declaraciones sobre efectos beneficiosos deberán tener el visto bueno previo de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Unas medidas necesarias tanto para garantizar el derecho de los consumidores a recibir información clara como el de saber que no se está dejando en manos de las empresas la decisión de actuar o no de forma ética a la hora de anunciar los productos alimenticios. Y sería deseable que las autoridades responsables fueran rigurosas a la hora de controlar que los mensajes publicitarios "sean comprendidos por un consumidor promedio", como exigirá el reglamento de la UE.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de diciembre de 2006