Las autoridades tailandesas comenzaron ayer a enterrar a las últimas 110 víctimas sin identificar del maremoto, que el 26 de diciembre de 2004 destrozó las costas del Índico y causó 200.000 muertos en ocho países, 5.400 de ellas en Tailandia. Los cuerpos fueron trasladados en ataúdes de aluminio desde el depósito de cadáveres donde habían permanecido hasta un cementerio especial construido para las víctimas sin identificar, cerca de la localidad de Jao Lak, en la sureña provincia de Phang Nga, la zona más golpeada.
Mientras en Sri Lanka, otro de los países afectados, las ONG denuncian que el nuevo estallido de violencia entre tamiles y cingaleses impide atender a las decenas de miles de víctimas del tsunami.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de diciembre de 2006