Ligeros rastros radiactivos, que no suponen ningún riesgo para la salud, han sido hallados en la Embajada del Reino Unido en Moscú, según informaron ayer fuentes de la Legación británica en la capital rusa.
La detección se produjo durante el reconocimiento de un salón de la Embajada en el que había estado días atrás el ex espía soviético Andréi Lugovói, para negar cualquier tipo de implicación por su parte en la muerte por envenenamiento con polonio 210 en Londres de su colega Alexander Litvinenko.
Lugovói y un empresario, también ruso, se reunieron el pasado 1 de noviembre con Litvinenko en la capital británica, el mismo día que fue hospitalizado después de un almuerzo en un restaurante japonés, donde se cree que fue envenenado con el isótopo altamente tóxico polonio 210.
En relación con el caso Litvinenko detectives británicos, acompañados de fiscales rusos, pudieron realizar ayer en Moscú el primer interrogatorio relacionado con la muerte del ex espía. Pero contrariamente a lo esperado, el interlocutor no fue Andréi Lugovói, que se perfila como el principal personaje en el envenenamiento mortal con polonio 210, sino su compañero de estudios militares y actual socio Dmitri Kovtun. El interrogatorio transcurrió en ausencia de abogados, por decisión del propio Kovtun, según explicó Andréi Romanov, defensor de Lugovói.
Mientras, Mario Scaramella, el profesor italiano y contacto de Litvinenko, salió ayer del University College Hospital de Londres y no muestra ningún síntoma de envenenamiento radiactivo.
Scaramella había sido internado el viernes después de que se le detectara en su organismo polonio 210, la misma sustancia radiactiva que provocó la muerte de Litvinenko el pasado 23 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de diciembre de 2006