La circuncisión puede frenar -aunque no impedir totalmente- la transmisión al hombre del VIH (el virus que causa el sida) durante las relaciones con mujeres infectadas. Los expertos creen que la circuncisión interviene de dos maneras. Por un lado, facilita la higiene del pene e impide que bajo la piel se acumulen jugos vaginales potencialmente portadores del VIH. Por el otro, se cree que al carecer de una protección natural el prepucio se endurece, lo que evita que se produzcan rasguños durante la penetración.
La teoría, que se enunció por primera vez hace un año, ha sido confirmada por dos ensayos realizados en Kenia y Uganda y financiados por el Instituto Nacional para la Alergia y las Enfermedades Infecciosas de EE UU. El ensayo arrojó datos tan concluyentes que se decidió suspenderlo antes del plazo previsto.
En una de las pruebas, en Kisumu (Kenia) se comparó la tasa de infección entre 2.784 hombres circuncidados y otro grupo que no lo estaba. El resultado fue que la tasa de nuevas infecciones por VIH fue un 53% inferior entre los operados. En Rakai (Uganda), con 4.996 voluntarios, la reducción de la transmisión fue del 48%.
El descubrimiento da una nueva -y barata- herramienta para frenar la expansión del VIH en África, siempre que la circuncisión se haga con garantías, afirmó el director de los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses (NIH), Elias A. Zerhouni.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de diciembre de 2006