Un pingüino que no sabe quién es y que sueña con volar. Un zapatero en cuyo taller los pies encuentran la felicidad. Una princesa raptada por una araña y rescatada por un bufón. Éstos y otros personajes desfilan estos días por los escenarios de Cádiz. Escenarios más pequeños que los habituales, porque los protagonistas no son actores sino títeres. Sus historias, sin embargo, son aptas para todas las edades.
Algunas de ellas, como la de Germán, entretienen a los espectadores pero también invitan a la reflexión. El cuento de sombras, guantes y manoplas de la compañía argentina El Telón enseña que los seres humanos no somos dueños sino huéspedes de nuestro planeta. La obra se estrenó ayer y volverá a representarse a las 10.00 de esta mañana en la carpa instalada en la plaza de San Antonio.
En el mismo lugar se presenta a las seis El bosque en mi maleta, del grupo suizo Teatro dei Fauni. El sábado y el domingo la carpa acogerá dos funciones de Anatol, una obra para niños a partir de cuatro años representada por la compañía franco-peruana Tanit Teatro.
Para un público aún más joven -de uno a cinco años-, el grupo Títeres de María Parrato, de España, presenta hoy, a las 19.00, la obra Ping, el pájaro que no sabía volar. El domingo será el turno del grupo hispano-argentino Fernán Cardama, entre otros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de diciembre de 2006