La muerte de Loyola de Palacio ha consternado a la opinión pública. Posiblemente porque antes que político, era una persona honrada y valiente. Porque era coherente con lo que defendía, hablando con claridad, ante cualquier hecho que no estuviera de acuerdo. Y es que es una gran pérdida, porque era una persona querida en su partido, y fuera de éste. Era querida por los ciudadanos por ser una persona que no estuvo corrompida por el ansia de poder. Y que se tomó su carrera política como servicio a los ciudadanos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de diciembre de 2006