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CARTAS AL DIRECTOR

Violencia y amor

Acabo de oír una noticia por la radio: un anciano de 89 años ha matado a su mujer de ochenta y tantos, que padecía Alzheimer y osteoporosis avanzada y se ha suicidado. Los vecinos han dicho que era un matrimonio ejemplar. Hace muy pocos días, la noticia era muy semejante, pero el marido no consiguió suicidarse. El locutor lo ha calificado en ambos casos de violencia doméstica.

Una pareja que ha pasado su vida feliz y uno de ellos (no importa el sexo) ve cómo el otro sufre una degeneración progresiva, prefiere la muerte antes que llegar a lo que "ordena" la sociedad: si no puede cuidarle, se ingresará en una residencia donde recibirá todos los cuidados; y usted, el otro, se queda solo.

La sociedad no da la posibilidad de hacerlo sin violencia, en un suicidio común sin dolor. La vida, incluso la de una mujer con la mente en las nubes y los huesos rotos al menor esfuerzo, es un bien "supremo". Yo, ya viejo aunque aún no anciano, no querré vivir así, porque eso no es vida. Quiero vivir, pero no sufrir porque la medicina es capaz de sostenerme vivo cuando hacerlo es una estupidez.

El suicidio común cuando ya se ha acabado la esperanza de una pareja ejemplar es otra. Eso no es violencia: es amor.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de diciembre de 2006