Este será un excelente año para los inversores en renta variable. También lo será para los dueños de los mercados en los que se contratan las acciones. Hace años que esos mercados dejaron de ser aquellas lonjas en las que oferentes y demandantes se encontraban y contrataban a voces. Hablar hoy de mercados financieros, es hacerlo de plataformas electrónicas por las que discurre la información en tiempo real, al margen de su localización.
Los mercados de capitales, diluyen cada día con mayor intensidad sus señas de identidad nacionales en aras de la eficiencia. Las empresas que los administran, como es el caso de BME en España, están sujetas a las cada vez más explícitas presiones de los inversores demandando menores costes transaccionales y mejores servicios de ejecución y liquidación de sus decisiones de compra y de venta. La creciente competencia no es solo entre las empresas que cotizan, sino también entre las que poseen los mercados.
Esas bases son las que explican que el año 2006 haya sido también prodigo en negociaciones tendentes a la integración de las bolsas en todo el mundo. La más reciente ha llevado al anuncio de fusión, autorizada por los reguladores europeos esta semana, de la bolsa de Nueva York, el New York Stock Exchange (NYSE) y la paneuropea Euronext, con base en París. La configuración de un solo sistema de contratación permitirá aflorar las muy deseadas economías de escala, sin merma de la seguridad de las transacciones.
En el nuevo mercado resultante de la integración se contratarán acciones de compañías por valor de 21,5 billones de euros, uno de los mayores del mundo. La distancia al mercado único global de capitales es hoy menor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de diciembre de 2006