La primera medida para conseguir la convivencia es que los poderes públicos sean escrupulosamente laicos. No es admisible que las administraciones públicas permitan símbolos religiosos en los colegios públicos o concertados, en los juzgados y en los hospitales. No resultan favorables para la convivencia la copa de Navidad en los ministerios ni que el jefe del Estado, que no vota en las elecciones generales, muestre públicamente su confesión religiosa. La neutralidad del Estado es esencial para que no se propague la sensación de discriminación entre ateos, agnósticos y seguidores de religiones no mayoritarias. Jorja.
Un profundo respeto mutuo y luchar conjuntamente contra la ignorancia. EnriqueZamora.
No considerarse propietario de la verdad. No pretender imponer criterios propios. Y documentarse muy bien, porque no hay mayor enemigo de la concordia que la ignorancia. PacoPablo.
El mejor modo es el Estado laico y aconfesional, pero con firmeza. Que realmente se instale en la sociedad la convicción de que la religión es un asunto exclusivamente privado. Que la religión y las iglesias estén fuera de la vida pública, especialmente de la política y la educación, pero sometidas al imperio de la ley y al respeto escrupuloso de los valores democráticos de igualdad, pluralidad, no imposición, etcétera. Sólo desterrando a la religión y sus "autoridades" de cualquier forma de poder civil se conseguirá que haya respeto entre las diferentes confesiones y con el resto de la ciudadanía. Andrés Valls.
Separando los poderes públicos de los religiosos en su totalidad. Juan Prats.
Si eres respetuoso con los demás, recibirás respeto, seas lo que seas. Kervin.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de diciembre de 2006