ETA dinamitó ayer las expectativas sobre el fin del terrorismo al hacer estallar una furgoneta cargada con más de 200 kilos de explosivo en un aparcamiento de la T-4, la nueva terminal de Barajas, en Madrid. La explosión, precedida de tres avisos de los terroristas entre las 8.00 y las 8.30, se produjo a las 9.01 y destrozó el inmueble de cinco plantas. La policía lo había desalojado, pero, según las denuncias de familiares, los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio seguían dentro cuando se registró la explosión. El desescombro puede durar días.
Tras esta ruptura del alto el fuego que la banda inició hace nueve meses, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ordenó suspender "todas las iniciativas para desarrollar el diálogo con ETA", que no podrá reanudarse, precisó, hasta que se constate "una voluntad inequívoca" de abandonar las armas. "El de hoy es el paso más equivocado e inútil que han podido dar los terroristas", dijo. El portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, afirmó que el proceso no se ha roto y cargó sobre el Gobierno la culpa de lo ocurrido.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de diciembre de 2006