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Análisis:A LA PARRILLA

Ácaros

La influencia de dos clásicos de la animación como Bichos y Hormigaz (parientes de hormigas atómicas y abejas Mayas) se está dejando notar. El ser minúsculo y organizado que sobrevive a los peligros que supone el hombre está siendo explotado, además de por el cine, por la televisión. En estos momentos confluyen en la parrilla las cucarachas de Caiga quien Caiga, las hormigas de El hormiguero y los recién llegados ácaros de Ácaros (Cuatro). Una característica común de todos ellos es su tendencia a la locuacidad desatada comparable a la de, pongamos, Lydia Lozano. En correspondencia con el tamaño del ácaro, el formato también es minúsculo y tiene pretensión de cápsula humorístico-metafórica con una estética feísta-psicodélica más idónea para una serie juvenil o infantil de tarde o de mediodía que para empatizar con los adultos que acaban de ver las noticias (los adolescentes y los niños son mucho más receptivos al recurso de la fantasía como fuente de conocimiento y entretenimiento que los hipotecados adultos). Paco León interpreta a un ácaro justiciero y algo cándido y contribuye a la peripecia vital de una familia desestructurada de ácaros, amenazada por las escobas y los aspiradores humanos (aquí los paralelismos de la colectividad organizada nos remiten a Sistemas emergentes, el libro en el que Steven Johnson deslumbra con sus analogías entre hormigas, neuronas, ciudades y software).

La brevedad, en este caso, convierte Ácaros en una experiencia original, algo extraña, compuesta por altibajos de parodias y referencias y que, al final, te deja la inquietante sensación de no saber exactamente de qué va el argumento. Es, sin embargo, un espacio diferente, al que quizá le convendría un brevísimo resumen inicial para situar un poco al espectador. En cuanto a la caracterización del protagonista, Paco León luce un divertido y asimétrico disfraz, mezcla de El gran héroe americano, El increíble Hulk y La abeja Maya, que estimula los mecanismos de nuestra memoria, más que televisiva, telepática.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de enero de 2007