Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Me da miedo mi árbol

El cambio climático ya está aquí. EL PAÍS de 11 de enero recogía las conclusiones del Estudio Peseta (Centro de Investigación de la Comisión Europea), casi apocalípticas por lo que se refiere al sur de Europa, y ya sabemos dónde cae el sur de Europa. EL PAÍS de 13 de enero nos contaba las tribulaciones de las liebres, osos, gansos y otras especies animales y vegetales de Rusia como consecuencia del aumento insólito de las temperaturas invernales, y así sucesivamente.

Sin embargo, no hace falta viajar a la madrecita Rusia ni al futuro para cerciorarnos de los nefastos efectos del calentamiento global inducido por el hombre: basta darse una vuelta por las calles de Madrid y mirar las copas de sus árboles ornamentales, mayoritariamente plátanos. Estamos a mediados de enero y no se desprenden de una hoja ni a la de tres. A mí este fenómeno, inédito, me produce más y más miedo a medida que pasan los días, y el que más miedo me da es "mi árbol" de toda la vida, cuyas ramas casi rozan la barandilla de nuestra terraza: era una presencia amiga, familiar, tranquilizadora, una señal de que nuestro planeta Tierra iba bien. Ahora se ha convertido en un símbolo ominoso y, ya digo, me da miedo, mucho miedo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de enero de 2007