Cuando la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega se reunió con los directivos de todas las cadenas para insistir en la necesidad de autorregular los contenidos emitidos en horario infantil, ¿estaba cumpliendo con un simple trámite o creía realmente en lo que hacía? Hace unas semanas, cuando se lo preguntaron en Sexto sentido (La Sexta), De la Vega insistió en que la situación había mejorado. Eso fue antes del debate sobre política antiterrorista en el Parlamento, que La 2 emitió y que confirmó los mismos niveles de respeto por los contenidos del horario infantil que los polígrafos y lluvias ácidas que invaden los platós de En antena (Antena 3), El diario de Patricia (Antena 3) o A tu lado (Tele 5). Si los políticos no se autorregulan, ¿por qué debería hacerlo la televisión?
La irresponsabilidad y la impunidad también invaden TVE, que, además de mantener su sangriento Gente, elabora, desde sus servicios informativos, antologías de la sordidez bajo el epígrafe, muy acertado, de Hora cero. En lugar de sumergirse en las miserias de los parias de jet-set de fritanga y bolsa de basura llena de dinero recalificado o practicar la necrofilia folclórica, Hora cero haría bien en revisar las promesas que se hicieron sobre cambios en TVE y rescatar ese gran momento en el que, con grotesca solemnidad, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero apostó por el Comité de Sabios. En cuanto al terrorismo, le sigue ganando terreno a la democracia y nuestra televisión sigue sin atreverse a tratarlo desde la ficción. Otros países, en cambio, exorcizan sus peores males con ficciones actualizadas, catárticas y valientes. La guerra de Irak, sin ir más lejos, protagoniza la serie Over there, creada por Steven Bochco, un retrato implacable y nada patriotero de la irracionalidad del conflicto y sus múltiples contradicciones, con momentos extraordinariamente verosímiles y situaciones que denuncian mucho más los abusos de poder y la mutua locura fundamentalista que cualquier discurso de pacotilla.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de enero de 2007