Al menos cinco personas murieron ayer en varios ataques con mortero perpetrados en Mogadiscio, la capital de Somalia, y que las autoridades atribuyen a las milicias islámicas. Uno de los morteros explotó en una escuela coránica para mujeres y niñas, matando a una joven estudiante. Otra explosión acabó con la vida de otros cuatro civiles, entre ellos una mujer y dos niños, en el distrito de Barakat, al sur de la capital. El jueves, otro asalto con cohetes y morteros alcanzó el puerto, cerca del palacio presidencial. Las tropas somalíes han sellado el área.
El viceministro de Defensa, Salad Alí Jelle, acusó ayer del rebrote de violencia a "remanentes" de la Unión de Tribunales Islámicos, que tras controlar la mayor parte del país durante seis meses, fueron expulsados por las autoridades somalíes, con el apoyo de Etiopía, en una guerra de dos semanas el pasado diciembre. Pese a todo, insistió el funcionario, el Gobierno interino mantiene "la situación bajo control".
Mientras, el Consejo de Seguridad de la ONU instó ayer a acelerar los preparativos para el despliegue de una fuerza de paz de la Unión Africana en Somalia para evitar un vacío de poder y el resurgimiento de las hostilidades. Los quince miembros coincidieron en que existe una "ventana de oportunidad para resolver la crisis", que "podría cerrarse" si no se actúa con rapidez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de febrero de 2007