Gran slam, el concurso estrenado por Cuatro para las tardes del sábado, ha tenido la sostenible idea de reciclar concursos ajenos a la cadena (Pasapalabra, Saber y ganar, Cifras y letras, 50 x 1 y ¿Quién quiere ser millonario?) para crear uno propio. Si la mayoría de los programas de cotilleo se alimentan de chismes enterrados y sometidos a autopsias y fusilan descaradamente géneros ya fiambres (pura necrofilia industrial), es lógico que el formato del concurso también se apunte a esta moda arqueológica y organice una especie de campeonato de campeones con efectos retroactivos. En este caso, el reciclaje conceptual y formalmente explícito ha sido maquillado por una iluminación espectacular, más minutos de lo que suele ser habitual en el género, dos invitados-comentaristas (Nico Abad y Carlos Latre) y una presentadora, Nuria Roca, que se suma al clima de aprovechamiento presentando el programa (muy bien, por cierto) y, al mismo tiempo, anunciando la crema antiarrugas que lo patrocina.
La escenificación pasa por un cuadrilátero luminoso en el que, de dos en dos, los concursantes se enfrentan en tres rondas eliminatorias contrarreloj y se someten a desafíos varios. La velocidad (Vitesse es el patrocinador, no lo olviden) es el factor más espectacular de las respuestas, un auténtico acelerador de memoria o, en mi caso, un detector de sonrojantes lagunas aliñado con comodines y preguntas que nos remiten a un conocimiento aparentemente inútil pero televisivamente rentable. Uno de los concursantes, Eduardo, que acudió como ganador del Pasapalabra, en el que se embolsó 2.190.000 euros, contó que, cada vez que va a ver a su madre, lo primero que hace ella es ponerle el vídeo de la victoria. Sorprende que la mayoría de estos concursantes ganadores sigan trabajando igual que antes y, sobre todo, que todavía tengan humor para, pese a estar forrados, visitar a sus madres de vez en cuando. Si yo ganara 2.190.000 euros, creo que no me encontraría ni Albert Castillón (Los más buscados, Antena 3).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de febrero de 2007