Si es cierto que en cinco minutos de apagado de monumentos como la torre Eiffel, la puerta de Alcalá, etcétera, hemos conseguido reducir un 2,5% el consumo eléctrico, ¿a qué jugamos entonces cuando llenamos de bombillas las calles en Navidad? ¿Qué hacemos manteniendo iluminados monumentos, palacios, puentes, iglesias...? ¿De verdad nos tomamos en serio el asunto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de febrero de 2007