El centrocampista brasileño Edu, de 28 años, se aventuró ayer a apuntar una hipótesis sobre la causa de la terrible lesión que sufrió en noviembre pasado, al romperse el ligamento cruzado de la rodilla derecha en un partido contra el Sevilla. Mientras los médicos y los técnicos buscan una explicación a la plaga de lesiones del Valencia esta campaña, el medio señaló a la dieta impuesta a los futbolistas como la culpable de su fractura en el encuentro del Sánchez Pizjuán. "Estaba muy flaco. No podía jugar con 77 kilos. Mi peso normal está entre los 80 y los 81 y estaba jugando con 77, casi 76. Si estoy con la pierna fuerte y preparado, yo no me lesiono. Estoy casi seguro, aunque no soy médico", aseguró Edu, de regreso a Valencia tras completar la primera parte de su recuperación en Brasil.
Los preparadores físicos del Valencia insistieron durante el verano en reducir el porcentaje de grasas de los futbolistas. Baraja, que también ha sufrido problemas musculares durante la temporada, perdió casi cuatro kilos respecto a la campaña pasada. Edu, que en el Arsenal subía a los 80 kilos en la báscula, celebró bajar hasta los 77, su peso ideal para sus 189 centímetros de altura. Los técnicos calcularon el mejor peso para el jugador según una fórmula que mide la masa corporal, el peso óseo y la grasa. Según Paco de Miguel, el preparador físico, el índice de grasa de los futbolistas debe situarse entre el 10 y el 11%, pese a que algunos jugadores llegan al 12%.
Señalado por Edu, De Miguel negó que la pérdida de peso del futbolista tenga relación alguna con su grave lesión de rodilla. "Es su opinión personal, pero carente de rigor científico. Esa opinión no se sostiene en nada", afirmó el técnico en la Cadena Ser. "No importa el peso, sino su distribución. Los jugadores del Valencia no están ninguno por debajo de su peso ideal".
El brasileño admitió que meditó dejar el fútbol cuando sufrió de nuevo la misma lesión que a su llegada a Mestalla. "Llegué a un momento en que pensaba que no iba a volver a jugar al fútbol. No sabía si tendría fuerza para volver. Lo que me pasaba por la cabeza era que no tenía más ganas, ni de entrenarme ni de ir al gimnasio, sólo quería quedarme en casa, olvidarlo todo y no hacer nada", comentó el brasileño.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de febrero de 2007