El partido era bastante más peliagudo para los sevillistas de lo que se podría pensar. Europa podía ser el bálsamo para un conjunto al que le duelen hasta los empates o directamente la cicuta. Juande Ramos optó por dar al principio descanso al pubis de Kanouté y dejó a Luis Fabiano en la grada para dar entrada a un jugador que le ha ganado: Alfaro. Alves es insustituible hoy por hoy, pues su heterodoxia parece la única capaz de proporcionar dominio en la circulación tras la baja de Renato por lesión y el bajón de Poulsen. Además, la Copa de la UEFA no conlleva sólo el contraste entre mundos y conceptos futbolísticos totalmente dispares, sino que también contrapone realidades físicas: el Sevilla intenta salir de una crisis de juego y de fuerzas que se mostró tras las vacaciones navideñas, mientras que el Steaua se encuentra en lo que hasta podríamos calificar de plena pretemporada tras su parón invernal de dos meses.
STEAUA BUCAREST 0 - SEVILLA 2
Steaua: Cernea; Stancu (Croitoru, m. 81), Goian, Ghionea, Marin; Nicolita, Radoi, Petre (Paraschiv, m. 58), Bostina; Thereau y Badea (Cristocea, m. 61). No utilizados: Andrey; Baciu, Jacob y Coman.
Sevilla: Palop; Hinkel, Ocio, Escudé, Puerta; Alves, Poulsen, Maresca, Adriano (David, m. 32); Alfaro (Kanouté, m. 68) y Kerzhakov (Chevantón, m. 78). No utilizados: Cobeño; Duda, Martí y Fazio.
Goles: 0-1. M. 39. Poulsen aprovecha el rechace de un saque de falta de Alves. 0-2. M. 76 Kanouté, de penalti.
Árbitro: Florian Mayer (Alemania). Amonestó a Puerta, Ghionea, Thereau y Ocio.
35.000 espectadores en el estadio Ghencea, 200 de ellos sevillistas.
El entrenador sevillista se imaginó que el Steaua utilizaría sus centímetros y su masa muscular para llevar el partido a una serie de peleas en la zona media, carreras por las bandas y voleones al área. Y patadón más, patadón menos, así fue mientras les duraron las fuerzas.
El Sevilla ha perdido fe en su juego y por el camino se ha dejado una decena de metros. La línea defensiva y, sobre todo, la de medio centros están mucho más atrás de lo que les gustaría y sobre todo de lo que debiera para fabricar el fútbol que maravilló a Europa hace bien poco. El instinto de conservación en el fútbol se suele traducir en el acular de los efectivos, y el Sevilla aún está en fase de intentar pasar su crisis con las menos heridas posibles.
Los sevillistas empezaron amedrentando con un disparo de Alfaro y otro de Kerzhakov en los primeros siete minutos. Después, el pelotazo reinó, y el reino del pelotazo era del Steaua. Pasada la media hora, Petre marcó un golazo, pero el árbitro había visto el empujón que había pegado antes para ser capaz de rematar tan desahogado. Prácticamente a la siguiente acción de juego, el portero Cernea se pasó de frenada de los límites del área con la pelota en la mano y le regaló una oportunidad que los sevillistas no dejaron pasar. Alves botó la falta sancionada y Poulsen se encargó de empujar el mal rechace de Cernea.
A medida que a los bigardos del Steaua se iban fatigando, el Sevilla iba haciéndose con la situación. Alves empezó a quedarse con su banda y la parte correspondiente del centro del campo y los sevillistas se dedicaron a mirar al árbol hasta que cayera la fruta rojita, rojita. Y eso sucedió en el minuto 76, cuando una contra de Alves acabó en los pies de Kerzhakov y éste en el suelo zancadilleado. Kanouté marcó el penalti. Al final, bálsamo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de febrero de 2007