Leí el otro día un excelente artículo de Félix de Azúa, Longevidad del resentimiento, al cual yo me atrevería añadir que nuestros políticos gastan un alto porcentaje de sus energías para zaherirse entre ellos más que para intentar arreglar los problemas que padecemos: la corrupción de la mayoría de nuestros ayuntamientos en connivencia con empresas constructoras, la falta de vivienda para parejas jóvenes, el trabajo precario mileurista que tanto abunda (cuando se encuentra), la delincuencia internacional afincada en España, la falta de cultura de nuestra población y la degeneración de una parte de nuestra juventud que sólo piensa en fornicar y beber alcohol. Problemas a resolver, y no ver qué sexo tienen los ángeles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de febrero de 2007